Visita jubilar de la Virgen de Ayquina: Calama se llena de gracia

Visita jubilar de la Virgen de Ayquina: Calama se llena de gracia

“¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme?” (Lc 1,42-43)

La comunidad de Adoratrices en Calama, Chile, vivió un verdadero tiempo de gracia con la visita de Nuestra Señora de Ayquina a la catedral San Juan Bautista, como parte de las celebraciones del Año Jubilar 2025.

La Virgen del pueblo

La Virgen de Ayquina, a la que el pueblo del norte de Chile venera profundamente, representa a la Virgen del Rosario. Se trata de advocación sencilla, muy cercana a la cultura local. Según la tradición, su imagen fue hallada por pastores en medio del desierto y, desde entonces, es vista como una madre protectora y compasiva, atenta a las necesidades de los más humildes.

Su santuario está situado en el pequeño pueblo de Ayquina, a más de 3.000 metros de altitud y a unos 74 kilómetros de Calama. Es uno de los centros de peregrinación más importantes del país. Cada año, a finales de agosto y principios de septiembre miles de fieles peregrinan a pie hasta allí para participar en su fiesta. Se trata de una celebración que aúna la devoción católica con expresiones culturales de los pueblos originarios: danzas, música y trajes tradicionales.

Días de oración, adoración y misión vocacional

Del 13 al 18 de mayo de 2025, la visita de la Virgen a la catedral de Calama se convirtió en el centro de encuentros de oración y reconciliación. Uno de los eventos más significativos fue la Adoración eucarística por las vocaciones, guiada por nuestra hermana Adoratriz Manuela y el padre Nicolás, responsable de la pastoral vocacional.

A este espacio se sumaron también laicas Adoratrices y miembros del Movimiento de Schoenstatt, que apoyan la Obra Social que como Adoratrices realizamos en Calama. En un ambiente de alabanza y súplica, se oró por las vocaciones sacerdotales, religiosas, matrimoniales y laicales, pidiendo a Dios que siga llamando a corazones generosos.

4 luces para una sola llamada: servir desde el amor

Uno de los momentos vividos más especial fue la entrada al templo de cuatro personas con velas encendidas, símbolo de la luz de Cristo que cada vocación está llamada a llevar:

  • Un matrimonio, testimonio del amor fiel, fecundo y cotidiano. Refleja el amor de Cristo por su Iglesia, y que ilumina el mundo desde la vida familiar.
  • Una religiosa, símbolo de la entrega total a Dios
  • Un sacerdote, servidor del altar, de la Palabra y del pueblo de Dios.
  • Un laico comprometido, llamado a santificar el mundo desde lo cotidiano.

Todas estas vocaciones, distintas pero unidas en su origen, nacen del llamado amoroso de Dios. Al verlas acercarse al altar, recordamos que también las personas hemos sido llamadas a ser una llama viva dentro de la Iglesia.

Una despedida que deja huella

Las hermanas Nancy y Gladys participaron en las celebraciones de despedida: Eucaristías y rezos del Rosario que llenaron el templo de emoción y gratitud. Muchos sintieron en lo profundo que la Virgen se quedaba con ellos, como consuelo en la prueba, fortaleza en la lucha y esperanza en el camino.

Su paso por Calama supuso una presencia viva que nos recordó que Dios sigue caminando con su pueblo, especialmente a través del corazón materno de María.

 

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