1er Domingo de Cuaresma: Desierto y la esperanza | Adoratrices

1er Domingo de Cuaresma: Desierto y la esperanza | Adoratrices

En este primer domingo de Cuaresma reflexiona sobre el desierto y la esperanza con Adoratrices.

El desierto: un lugar difícil, pero necesario

A nadie le gusta sentirse en soledad ni le gusta pasar por momentos de dificultad, pero la realidad es que todas pasamos por “desiertos” a lo largo de la vida. Los desiertos son esos tiempos difíciles en los que todo se nos hace duro, vacío o sin rumbo. Son etapas de aislamiento, crisis, incertidumbre o lucha personal, en las que nos sentimos agotadas, sin motivación o sin respuestas claras.

En el Evangelio de este primer domingo de Cuaresma (Lucas 4, 1-13), Jesús se encuentra en el desierto, enfrentándose a las tentaciones. No está ahí por casualidad ni por elección, sino porque el Espíritu lo condujo allí. El Hijo de Dios tuvo que vivir cuarenta días de lucha, de hambre, de desafíos. Esta no fue una experiencia agradable ni cómoda, pero sí es muy real: Jesús, en su humanidad, fue puesto a prueba.

¿Cuál es el mensaje de este pasaje? Si Jesús mismo tuvo que atravesar el desierto, nadie está exento. No obstante, en este sentido, es necesario resaltar algo importante: como observamos en la vida de Jesús, el desierto no es el final, sino un paso necesario para algo mayor y más profundo.

Así como en un desierto real hay escasez de agua y las condiciones son extremas, en estos períodos de la vida podemos sentir que nos faltan fuerzas, apoyo o claridad para seguir adelante. Sin embargo, también pueden ser momentos de crecimiento, aprendizaje y transformación, porque en los desiertos es donde muchas veces encontramos nuestra verdadera fortaleza y propósito.

Cuando la vida conduce al desierto

Desde Adoratrices, a través de nuestra Obra Social, acompañamos a muchas mujeres que han atravesado su propio desierto. Un desierto que no eligieron, pero que las marcó y marca profundamente.

Tal es el caso de Carmen (nombre ficticio). Cuando llegó a una de nuestras casas, contaba: “No sé quién soy sin miedo”.  Su vida había estado llena de abusos y engaños, había aprendido a sobrevivir, pero no a vivir. Durante mucho tiempo, se convenció de que su historia estaba escrita y que no había salida ni alternativas para ella.

Sin embargo, con el paso de los días, empezó a darse cuenta de algo: el desierto no era su destino final, había un camino de salida. Este destino no era inmediato ni fácil, pero sí podía recorrerlo. Su meta fue finalmente posible gracias a su propio esfuerzo, al acompañamiento recibido y al simple hecho de que alguien creyera en ella cuando ni ella misma lo hacía.

La historia de Carmen nos recuerda que, efectivamente, el desierto no tiene que ser el fin, sino un lugar de transformación, de paso. Carmen no solo sobrevivió, sino que encontró su voz, su fuerza y una vida nueva llena de posibilidades.

Cómo afrontar nuestro propio desierto

Jesús nos muestra cómo atravesar el desierto sin rendirnos:

  • No ceder ante las tentaciones: las soluciones rápidas no siempre son las verdaderas, Jesús sabía que no eran el camino. A veces, buscamos atajos para evitar el sufrimiento, pero ¿realmente nos ayudan?, busquemos y seamos creativos en la búsqueda de alternativas.
  • Apoyarse en la Palabra de Dios: En cada tentación, Jesús respondió con la Escritura y experiencia de su Padre. No se aferró a sus propias fuerzas, sino en la verdad que lo sostenía.
  • Recordar que el desierto tiene un final: No es para siempre. El sufrimiento pasa, la prueba termina, y al otro lado hay crecimiento, profundidad y nueva vida.

¿Cómo vivir este 1er Domingo de Cuaresma?

  • Si estás atravesando una etapa de desierto, no te desesperes. Pregunta: ¿Qué puedo aprender en este tiempo? ¿Cómo me está hablando Dios? ¿Quién me puede acompañar?
  • Si alguna persona a tu alrededor pasa por un momento difícil, ofrécete a ser su apoyo. A veces, lo único que necesita es saber que no está sola, sentirse acompañada.
  • Realiza un compromiso de fe para esta Cuaresma. No tiene que ser algo grande, pero sí algo que te ayude a confiar más en Dios en medio de las dificultades.

Recuerda que el desierto no es un castigo, es una preparación. Si estás pasando por un momento difícil, no lo atravieses en soledad, acude a alguien cercano. Recuerda también que Jesús pasó por el desierto, pero al otro lado encontró vida, esperanza y propósito, y tú también puedes hacerlo.

Para seguir meditando sobre este camino de Cuaresma, te invitamos a leer la reflexión del próximo domingo.

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