La invitación recibida desde la Congregación, a formar parte de una Comisión para elaborar el Plan de Formación para la Misión Compartida, ha llenado nuestros corazones de una grata sorpresa, cargada de entusiasmo, sentimientos de pertenencia, agradecimiento por la confianza depositada en cada uno de nosotros.
Esto supuso un reto al cual debimos lanzarnos con la mayor responsabilidad y compromiso posible, teniendo en cuenta, la importancia que representa este Plan, para toda la Familia Adoratriz.
Se puede decir que hemos comenzado un nuevo capítulo en este Caminar Juntos, Hermanas y Laicos, como Iglesia en comunión. Un camino en Sinodalidad que es el camino que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio. Un camino rico en esperanzas, en fraternidad y en comunión. “Comunión para la misión” es la expresión que mejor señala lo que implica la misión compartida. La vida de las personas que coinciden en la misión se pone también sobre la mesa. Este proceso de comunión para la misión nos llevará al crecimiento de nuestra Familia carismática.
Hoy recibimos la invitación de la Congregación, a mirar el pasado para revitalizar nuestro presente y nuestro futuro, como Familia. Y este Plan quiere acompañar este proceso de forma inclusiva y atrayente, no queremos hacerlo simplemente bien, sino excepcionalmente bien.
Vamos ya por nuestro Tercer Encuentro compartiendo vida, reflexionando juntos, dejándonos iluminar por el camino recorrido y por recorrer. Apostando siempre a la revitalización del carisma que brota del Evangelio, que se encarnó en Santa María Micaela y que hoy nos llama a recrearlo, enamorados de Jesús Eucaristía y apasionados por la vida amenazada de cada una de las Mujeres que nos toca acompañar.
Comisión Plan de Formación para la Misión Compartida