La misión de las Adoratrices contra la trata de personas en la frontera de Colombia – Venezuela cumple 27 años.
El 30 de julio se conmemora el Día internacional contra la trata de personas. Con motivo de esta fecha, las religiosas Adoratrices, Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad, muestran el proyecto que desarrollan en la ciudad de Cúcuta (Norte de Santander, Colombia) fronteriza con Venezuela rescatando a mujeres de la prostitución desde hace 27 años.
Colombia tiene ocho pasos oficiales con Venezuela, además de 74 “trochas”, o pasos fronterizos informales, de los que se desconoce el número de inmigrantes que los cruzan.
La ciudad de Cúcuta, en la región de Norte de Santander, Colombia, cuenta con tres de esos pasos oficiales. Es el punto más transitado por inmigrantes, porque estima que el 94% que ingresa a Colombia a pie lo hace por esta zona.
El deterioro de la economía y la situación social de Venezuela desde hace dos décadas y su empeoramiento en los últimos años ha hecho que el número de personas que entra en Colombia procedentes de Venezuela buscando una vida mejor haya aumentado enormemente, hasta rozar los 2 millones de personas.
Sin embargo, las religiosas Adoratrices se asentaron en la zona mucho antes de que comenzara la actual crisis en Venezuela.
La hermana María Soledad Arias fundó hace 27 años en Cúcuta la “Casa Hogar”, en donde las Adoratrices cogen a mujeres y adolescentes víctimas de la prostitución. Desde entonces han ayudado a unas 4 mil jóvenes a salir de las redes de trata.
Se trata de un lugar indispensable en la lucha contra la trata por estar ubicado en un enclave estratégico en esa crisis humanitaria y en el que la situación sólo ha empeorado en los últimos años.
“Les pregunto a las chicas por qué vienen a Colombia, y me contestan que en Venezuela es peor. Que les mueve el hambre, no encuentran qué darle a los niños de comer, les faltan oportunidades y trabajo”, explica la hermana María Soledad, responsable de la Casa Hogar.
Por eso las Adoratrices cumplen un rol esencial en la liberación de las mujeres que desean recuperar su vida después de caer en la prostitución y la trata.
“Se trata de aliviar el dolor, escucharlas, decirles que hay un Dios que las ama y que se manifiesta en las Adoratrices porque nosotras fuimos fundadas para ellas”, destaca la religiosa.
Las hermanas que llevan esta casa, realizan este trabajo capacitando a las jóvenes para que puedan tener opciones de emprendimiento que las alejen de las redes de explotación sexual.
A través de centros de escucha como el llamado “Ancla” o talleres “chispas” las Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad enseñan trabajos manuales para que las jóvenes puedan comercializarlos y les sirva para impulsar su nueva vida. Al término del taller se les da comida y un kit de aseo personal o, de ser el caso, un kit para bebés o para gestantes.
Actualmente las religiosas Adoratrices ofrecen también talleres de máquina de coser plana, cosmetología y belleza, corsetería y bisutería.
Una de las mujeres que salieron de la trata en Cúcuta (Norte de Santander, Colombia) gracias a la Casa Hogar de las Adoratrices es María Inés Herrero, que ahora se dedica a devolver esa ayuda y junto con las hermanas colabora en sacar a chicas de la prostitución.
“En 2009 terminé engañada por un trabajo que nos dijeron, pero nos llevaron al a prostitución. Llegar a Colombia es duro porque no tienes familia, no hay trabajo y una llega a desempeñar cosas que no sabe que va a desempeñar con el tiempo”, explicó.
María Inés es una pieza fundamental en el trabajo de las Adoratrices, llevando el mensaje de liberación de Santa María Micaela a las jóvenes que se encuentran en la calle en Cúcuta y alrededores.
Además, María Inés destaca que junto con la capacitación manual, la vida espiritual y la formación que recibe de las hermanas hace que mejore su relación con sus hijos. Y subraya que el cambio de vida de estas jóvenes está en sus propias manos y que las religiosas adoratrices les prestarán toda la ayuda que necesiten.
“El cambio está en que comiencen a estudiar, a progresar en otras cosas, conseguir que sean independientes y no dependan de otras personas. Las hermanas invitan a todas las mujeres que estén pasando por situaciones fuertes a que vengan a la casa, porque tienen las puertas abiertas para todas”.