Adoratrices: El Jueves Santo en la vida y misión de la Familia Adoratriz

Adoratrices: El Jueves Santo en la vida y misión de la Familia Adoratriz

El Jueves Santo tiene un significado muy especial para nosotras, Adoratrices, para toda la Familia Adoratriz. No es solo el comienzo del Triduo Pascual, sino un día en el que revivimos lo más profundo de nuestra vocación, de nuestro carisma y misión: Adoración y Liberación.

En la Última Cena, Jesús nos dejó tres regalos que siguen marcando la vida de la Iglesia: la Eucaristía, el sacerdocio y el mandato del amor fraterno. Ese amor se hizo gesto cuando se arrodilló para lavar los pies de sus discípulos. Cristo no empleó grandes discursos, sino que lo demostró con hechos, a través de un acto sencillo y lleno de sentido: amar es servir a los demás.

Adorar a Jesús y acompañar a mujeres en sus procesos de Liberación

Para toda la Familia Adoratriz, este día nos recuerda por qué estamos aquí. Santa María Micaela nos enseñó a buscar a Jesús en el Sagrario y, a través de Él, actuar en la vida herida de tantas mujeres vulnerables.

La institución de la Eucaristía que hoy, Jueves Santo, celebramos nos compromete profundamente. En la Adoración, descubrimos que el amor es el principio de todo. A través de este encuentro personal con Jesús, descubrimos su presencia en la historia y en lo cotidiano, y con Él, nos comprometemos en la transformación del mundo.

En la Adoración aprendemos a amar a nuestras jóvenes y a trabajar y vivir por ellas.”
(Constituciones, n.º 13)

Como consecuencia de esta vivencia eucarística en la Adoración nace nuestra misión en la Iglesia: la de acompañar y promover la Liberación de las mujeres en situación de prostitución, de trata y de otras formas de violencia.

Pero en este camino no estamos solas ni somos las únicas que actuamos: igual que nosotras acompañamos los procesos de liberación de las mujeres, ellas también nos ayudan a liberarnos. Nos acompañamos mutuamente, y, en ese encuentro profundo, descubrimos el sentido más hondo de la Eucaristía: partirnos, compartirnos, y dejar que el amor nos transforme a cada una.

Cada proceso de reconstrucción, cada vida que vuelve a empezar cerca de nosotras, tiene su raíz en ese amor eucarístico que nos mueve y nos sostiene.

El gesto del lavatorio no es solo una escena del Evangelio. Es también parte de nuestro día a día. Porque lavar los pies también es escuchar sin prisa, estar cerca sin juzgar, caminar al ritmo de la otra, cuidar en silencio, sostener con ternura.

Jueves Santo para Adoratrices: Un día para volver a lo esencial

Este Jueves Santo, en Adoratrices queremos volver al origen. A ese momento en el que Jesús partió el pan, compartió el vino y nos dijo: “Haced esto en memoria mía”.

Y eso hacemos: partimos nuestra vida, la compartimos, y tratamos de ser reflejo de su amor en medio del mundo.

Que este día nos renueve el deseo de adorar con el corazón y servir con toda el alma. Y que, como Jesús, sepamos amar hasta el extremo, también en lo pequeño, en lo cotidiano, en lo escondido

 

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